Paz Pérez, D. E.
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Año 6, núm. 17 / mayo - agosto del 2021
El emprendimiento también es visto como un ecosistema que puede ser estimulado en una combinación de personas, recursos disponibles a nivel global o regional y otros sectores mostrados en la figura 1 que enmarcan y condicionan su desempeño (Ács, Szerb, Lafuente y Márkus, 2020). En dicha estructura, las capacidades y aspiraciones empresariales de cada
jóven son estimulados por la infraestructura, el mercado, el sistema educativo y demás sectores, hasta que logran ser motivados a convertirse en nuevos emprendedores por las actitudes que prevalecen en el grupo poblacional, de ahí la importancia de todo el ecosistema en su conjunto.
Figura 1
Estructura del ecosistema emprendedor
Fuente: Ács, Szerb, Lafuente y Márkus (2020).
De acuerdo con Garzozi et al. (2014), existen diferentes tipos de emprendimientos, los cuales se agrupan en las siguientes tres categorías: en función a la actividad, pueden ser emprendimientos de base abierta, de base cultural, de base tecnológica (EBT), dinámicos o start- ups; en función al objetivo, pueden ser de base social o inclusivos; y en función a su origen, pueden ser spin-off, que son empresas creadas para explotar comercialmente los resultados a partir del trabajo e investigaciones que surgen en las universidades. Esta actividad emprendedora es realizada con frecuencia por jóvenes universitarios que
llevan a la praxis económica los conocimientos empresariales que les han sido impartidos, impulsados por el espíritu emprendedor que despierta en ellos, bien porque éste fue promovido por actividades realizadas ex profeso por la universidad o porque se encuentran en una etapa de su vida en la que sus aspiraciones y motivaciones refuerzan dicha cualidad; podemos entender al espíritu emprendedor como aquellos rasgos de la personalidad que se manifiestan en la forma de pensar y actuar frente a situaciones de oportunidad (Carlos Ornelas, Contreras González, Silva Olvera y