Zimbrón Pérez, G., y Ojeda López, R. N.
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Vol. 7, núm. 19 / enero – abril del 2022 DOI: https://doi.org/10.36791/tcg.v7i19.132
Pp. 16-36
adecuación de la atención sanitaria a las necesidades de las PCD. De ahí que, ligado a este modelo médico, tras la Primera Guerra Mundial, surgieran las leyes de servicios sociales para los veteranos de guerra con discapacidad y, en la década de los sesenta, dicha legislación de servicios sociales se extendiera a todas las PCD (Palacios, 2008).
Modelo social
En este modelo un lugar de entender la discapacidad como una carencia de la persona que se debe remediar en pro de la inserción se pasa a mirar las deficiencias como un producto social, resultado de las interacciones entre un individuo y un entorno no concebido para él. De este modo, el modelo social atenúa fuertemente los componentes médicos de la discapacidad y resalta los sociales.
Esta nueva visión de inclusión “desafía la verdadera noción de normalidad en la educación y en la sociedad sosteniendo que la normalidad no existe, sino que es una construcción impuesta sobre una realidad donde sólo existe la diferencia ” (Palacios, 2008, p.129).
Estigma y prejuicio
El presente trabajo se basó en las teorías del estigma de Erving Goffman (1970) y de la naturaleza del prejuicio propuesta por Gordon Allport (1954), para comprender la situación que viven día con día las PCD durante su proceso de inclusión tanto social como laboral.
Goffman (1970) en su obra, Estigma: Identidad deteriorada, plasma una perspectiva de la relación del estigmatizado con los normales (personas sin estigma) y viceversa. En ella, se analizan los testimonios de personas con diferentes tipos de discapacidad y deficiencias (ciegos, parapléjicos, deformes, etc.).
Para Goffman (1970), la sociedad establece los medios para categorizar a las personas y el complemento de atributos que se perciben como corrientes y naturales en los miembros de cada una de esas categorías y es el medio social el que establece las categorías. Refiere que estigma es, una clase especial de relación entre atributo y estereotipo, el término estigma y sus sinónimos ocultan una doble perspectiva: el individuo estigmatizado, en la cual existe la incógnita de si su condición de diferente es desconocida o resulta evidente en el acto, o, por el contrario, no es conocida por quienes lo rodean, ante estas posibilidades surgen las situaciones del desacreditado y desacreditable.
Define tres tipos de estigmas, el primero de ellos son las abominaciones del cuerpo, las distintas deformidades físicas; luego, los defectos del carácter del individuo que se perciben como falta de voluntad, pasiones tiránicas o antinaturales, creencias rígidas y falsas, deshonestidad. Por último, los estigmas tribales de la raza, la nación y la religión, susceptibles de ser transmitidos por herencia y contaminar por igual a todos los miembros de una familia (Goffman, 1970).
Goffman (1970), asigna el nombre de normal a todos aquellos que no se apartan negativamente de las expectativas particulares que están en discusión, para estos, son bien conocidas las actitudes que adoptan hacia una persona que posee un estigma y las medidas que toman al respecto, ya que son precisamente estas respuestas las que la benevolente acción social intenta suavizar y mejorar. Se cree que la persona que tiene un estigma no es totalmente humana y partiendo de este supuesto se practica la discriminación, mediante la cual reducimos en la práctica, sin pensarlo, sus posibilidades de vida.
Parte del supuesto de que la teoría del estigma se construye para explicar la inferioridad y dar cuenta del