Déniz Mayor, J. J., Arteaga Arzola, L. M., y Manrique de Lara Peñate, C.
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Vol. 7, núm. 19 / enero – abril del 2022
los accionistas y RR , también a los accionistas, aunque retenidas en la propia empresa . Como señala Bagie ńska (2016, p. 97), aunque el valor añadido no puede ser la única medida del desempeño, “el lado derecho de la ecuación tiene un gran valor cognitivo, desde que muestra al lector las direcciones de la distribución de los valores obtenidos. ”
La propia noción de valor añadido está sujeta a matices en virtud de la ubicación de las diferentes partidas a un lado o al otro de la expresión. Así, cabe hablar en primera instancia de valor añadido bruto ( VAB ) y valor añadido neto ( VAN ) ( ceteris paribus ), atendiendo a la ubicación de las amortizaciones y deterioros, bien como renta retenida en la empresa, bien como componente de los costes de producción:
VAB = IV – C + VEx = GP + GFI + Tax + Div + [RR +
AD]
VAN = IV – C + VEx – AD = GP + GFI + Tax + Div +
RR
Otra distinción es la basada en los enfoques de las compras (C) y del coste de las ventas (CV) ( ceteris paribus ), según se considere la variación de existencias como menor valor de las rentas retenidas o como integrante del coste de producción, es decir:
VA(C) = IV – C – AD = GP + GFI + Tax + Div + [RR –
VEx]
VA(CV) = IV – C + VEx – AD = GP + GFI + Tax + Div
+ RR
En la entidad pueden producirse rentas adicionales al valor añadido, susceptibles de distribución entre los grupos de interés. Así, existen ingresos y gastos que junto con el valor añadido contribuyen a la generación de rentas, tales como los rendimientos de las inversiones financieras, rentas de la propiedad, beneficios y pérdidas
por enajenación de activos no corrientes e instrumentos financieros, plusvalías y minusvalías por mera tenencia de activos disponibles para la venta, ingresos por subvenciones de capital recibidas, gastos extraordinarios o resultados de operaciones de combinaciones de negocios, etc. Un ejemplo se encuentra en las sociedades de cartera, donde los rendimientos financieros tienen un peso relevante en los ingresos de la entidad y que al constituir rentas de capital y no de la actividad productiva quedarían fuera del EVA (en la práctica se reconocen contablemente como integrantes de la cifra neta de negocios). Esto puede dar lugar a la paradoja de que las rentas distribuidas sean mayores que el valor añadido generado, toda vez que, por un mero cuadre contable, todas las rentas generadas deben ser igual a las rentas distribuidas.
Un modelo que no tenga en cuenta dichas partidas se presumirá como insuficiente para mostrar la realidad de la generación y distribución de las rentas, lo que conlleva expandir la noción de valor añadido. Por lo tanto, el valor añadido no sería más que una de las diferentes clases de rentas generadas, cuya agregación conformaría el total de rentas generadas y distribuidas del ejercicio (RGDE). Así, si se considera la siguiente versión ampliada de cuenta de resultados:
RCE = IV – C + VEx – AD – GP – GFI – Tax + S + OI –
OG
donde:
RCE: Resultado contable del ejercicio
S: Subvenciones y otras ayudas públicas imputadas al resultado
OI: Otros ingresos
OG: Otros gastos
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En el Apéndice B se matiza y detalla el contenido de estas partidas.