Miranda Pegueros, M., López Castro, E. M., y Vega Zarate, C.

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Vol. 7, núm. 19 / enero abril del 2022 DOI: https://doi.org/10.36791/tcg.v7i19.136

Pp. 150-164

en la Teoría de la Agencia que reconoce a dos partes involucradas: al principal ( Stockholders o accionista) como fuente de autoridad; y al agente al cual se delega la misma para actuar en su nombre y solucionar los problemas que se puedan encontrar para hacer esto posible (Salazar y Husted, 2009).

Friedman (2007) considera la premisa de que el fin único de la empresa es obtener beneficios económicos para los accionistas. En el caso de los proyectos de RSE, en donde se busca generar un bienestar al entorno en el que se desenvuelve la empresa, la cual va en contra de este principio, abre la pauta para analizar la motivación que podría llevar a la su incorporación dentro de la gestión empresarial.

Por lo que, la revisión de la literatura enfocada a las motivaciones empresariales para la integración del cuidado de aspectos sociales como parte fundamental de sus actividades, se basa en la premisa de que: la estrategia es un mecanismo que genera una sinergia positiva tanto para la sociedad como para la empresa . Salazar y Husted (2009), reconocen una relación positiva entre los gastos y el desempeño competitivo y financiero de la empresa, que busque un equilibrio entre el beneficio social y el beneficio económico propio.

La motivación estratégica busca una constante legitimación y supervivencia en el mercado, para esto, se debe reconocer la importancia que adquiere la información que proyectan y la imagen que se construye alrededor de esta; las empresas que lo asuman podrán aprovechar y encontrar así, el camino para modificar su comportamiento y generar ventajas competitivas en el mercado, mientras que aquellas que no lo hacen pueden enfrentarse a un escenario negativo derivado de la perdida de potenciales clientes que buscan productos o servicios regidos bajo los conceptos de sostenibilidad (Adams et al., 2016; Ergene et al., 2020).

Otro aspecto importante que se debe analizar es el impacto financiero de integrar a la sostenibilidad dentro de la gestión empresarial, este podrá ser medido por indicadores que permitan cuantificar su efecto (Gao y Bansal, 2013; Eccles et al., 2014; Earnhart, et al., 2014), aunque la importancia de estos será relevante en la medida en que ayuda a construir una imagen a través de sus reportes de información financiera, ayudando a la creación de una comunicación no verbal entre la empresa y sus grupos de interés (Adams y Larrinaga, 2007; Bebbington et al., 2008; Miranda y López, 2020).

Por lo anterior, se concluye con la premisa que aquellas empresas que utilicen una perspectiva estratégica en su actuar y como consecuencia generen beneficios sociales, mantendrán un equilibrio en la búsqueda de un desempeño financiero en la empresa (Candelas, 2017; Savitz y Weber, 2007); convirtiendo a las actividades de sostenibilidad como parte de una gestión para generar riqueza a los accionistas.

Sin embargo, la sostenibilidad no se trata solo de generar reportes que satisfagan a los grupos de interés; sino que realmente la empresa funja como un ente renovador de la sociedad proporcionando tanto un retorno económico como de beneficio social. La propuesta de Savitz y Weber (2007) visualiza esto, como un terreno común donde se intercambian beneficios entre los grupos de interés y la empresa; esta nueva forma de concebir la interacción reconoce que debe de existir un punto de equilibrio que satisfaga a ambas partes, a este lo denomina como el lugar dulce sostenible (The Sustainability Sweet Spot); que es donde confluyen las ganancias y la búsqueda del bien común, dando lugar y oportunidad para la generación de nuevos productos, procesos, mercados, modelos de negocios, métodos de gestión y reporteo.

La perspectiva estratégica para la empresa como guía