Rueda Gómez, N., Martínez Lozano, C. P., y del Río Contreras, J. M.

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Vol. 7, núm. 20 / mayo agosto del 2022

43% de las pequeñas y medianas empresas mexicanas con experiencia de exportación, ni siquiera cuentan con un departamento de comercio exterior (Méndez y Rojas, 2018).

Los tres casos, corresponden a dos empresas medianas y una pequeña, ambas con más de 15 años de experiencia en el mercado internacional, particularmente, coinciden las tres en que ninguna tiene estructurado un departamento de comercio exterior, incluso cuando una de estas es exclusivamente exportadora y otra de ellas cuenta con ventas predominantemente en el mercado externo. Esto es un reflejo de que en las PyMes, comúnmente es una persona la responsable de todas las actividades que giran en torno a la internacionalización y si bien eso ni es positivo, ni es negativo, una estructura más formal de un departamento al interior de la empresa que sea responsable de tales actividades, liberaría cargas para el empresario que ejecute los procesos de negociación y reduciría la codependencia de la empresa de esta única persona.

Un detalle que no se puede menospreciar, es que en los tres casos, la persona responsable de las prácticas de internacionalización, era el gerente y dueño o socio mayoritario, lo que permite intuir la importancia que le dan a tales actividades, ya que no las delegan a un tercero ni interno, ni externo. En los tres casos como recursos de apoyo, los sujetos utilizan una o dos personas más, quienes se encargan de actividades de corte operativo y administrativo, en relación a las exportaciones.

Aunque han sido diversos los destinos a los que han llegado las empresas estudiadas, en la actualidad han limitado sus exportaciones al mercado estadounidense. Fenómeno que no sorprende debido a la dependencia económica y comercial que tiene México de Estados

Unidos desde años atrás. Casi el 80% de las exportaciones mexicanas tienen por destino su país vecino al norte, sin embargo, para EUA el intercambio comercial con México no alcanza a ser de un 14%, numéricamente hablándose, son bastante notorias las diferencias (Cedillo y Martínez, 2018). De acuerdo con Sánchez A. (2020) esto se debe tanto a los beneficios que reciben las empresas mexicanas por el tratado T- MEX y a la experiencia en términos logísticos entre ambos países, algo que refuerzan los sujetos de estudio.

Entre las justificaciones que los mismos sujetos otorgan, hacen referencia a las facilidades aduaneras otorgadas por los convenios y algunos programas bilaterales entre las dos naciones, resaltan así mismo la practicidad logística, que permite el envío de mercancías vía terrestre, lo que reduce costos en fletes si se pone en contraste con el uso del medio aéreo y reduce tiempo, en comparación con los envíos por medio marítimo.

Otro factor adicional que trajeron a mención los empresarios, es que en su modelo de negocio, es un elemento clave el alto poder adquisitivo de las personas en Estados Unidos, lo que se relaciona directamente con la capacidad de compra de los mismos, incluso, un empresario explicó las razones por las cuales sus productos son 100% exportables y no cuentan con mercado al interior de México, algo que según esta persona, se debe puntualmente a la cultura gastronómica construida por los hábitos de consumo de ciertos productos que son muy especializados para los mexicanos:

“Como nuestro producto no es de primera necesidad, no es sal de cocina pues, son sales preparadas, sales especializadas, que se usan de decoración o de aderezos, debemos llegar es a un mercado con alta capacidad de adquisición y con este tipo de cultura gastronómica y el problema aquí [alusión a México], es que estas sales