Aguilar Chaparro, D. A.
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Vol. 7, núm. 20 / mayo – agosto del 2022 DOI: https://doi.org/10.36791/tcg.v8i20.161
Pp. 34-70
Aun con estas medidas adoptadas, parece complicado superar la caída que sufrió la economía mexicana en el año 2020, la cual fue de -8.3% (la mayor caída registrada en los últimos años, incluso mayor que la de 2008-2009) en un escenario donde la economía registró un crecimiento notoriamente bajo en los últimos 20 años, alrededor de un 2% anual. Lo anterior acompañado de un aletargado desempeño macroeconómico en los indicadores tanto de crecimiento como de desarrollo económico. Y ello en el marco de una sociedad totalmente afectada por la pobreza en sus múltiples dimensiones, la informalidad laboral y la desigualdad económica.
Lo que se revela en un contexto como este, es la necesidad de virar hacia una recuperación económica que palie las consecuencias inmediatas de la crisis económica como las históricamente determinadas. Retomar el crecimiento económico perdido en términos de este contexto y el que ha arrastrado la economía mexicana en los últimos años es la principal preocupación que las autoridades de política económica deben tener presente.
Uno de los principales motores de crecimiento de la economía mexicana es la inversión privada. Actualmente, dicho agregado macroeconómico, se encuentra estancado y no solo por el contexto de la pandemia sino como parte de la dinámica en el crecimiento económico en la última década. Al menos entre 2015-2020, el crecimiento de la inversión privada fue alrededor de 1% (sin considerar la caída en el 2020) y alrededor de un -1.80% incluyendo dicha caída. Cabe remarcar que la caída de la inversión privada en México fue significativamente mayor a la ocurrida en la crisis de 2008-2009, de un -18.7%. En el momento en el que se escribe esto, la inversión privada se encuentra en niveles
similares a los de 2011-2012. El escenario respecto a la dinámica de la inversión privada se explica por un desempeño débil, de amplio estancamiento y de gran incertidumbre respecto a su recuperación. Así, en el contexto de una década de bajo crecimiento y en el enfrentamiento de una gran caída de la economía mexicana en los últimos años, 2020-2021, es fundamental conseguir mayores tasas de crecimiento de la inversión privada, pues, es principalmente, la sustancia para el crecimiento económico en su conjunto.
Surge entonces la pregunta: ¿Cuáles son las determinantes de la inversión privada de la economía mexicana entre 2005-2020? Y en esa línea, ¿por qué se ha estancado en los últimos años? Las respuestas a estas preguntas refieren al objetivo principal de este trabajo.
La hipótesis central planteada aquí es que para el período 2005-2020 el estancamiento de la inversión privada está explicada por una reducción histórica de la inversión pública, del desempeño del crecimiento económico y sus expectativas en el corto y largo plazo, por una depreciación del tipo de cambio que ha desincentivado la importación de bienes de capital, un estancamiento de los salarios y por una caída en el ahorro. Este estancamiento ha expuesto las dificultades de las políticas económicas convencionales, pues, la reducción de las tasas de interés no ha funcionado completamente como un incentivo; parte de esta apreciación la identificamos en el incremento de los flujos de la economía hacia los mercados financieros en busca de una mayor rentabilidad. Además, la política fiscal de austeridad tampoco ha incentivado lo suficiente a la inversión privada como para tomar el lugar que dejó el retiro de la inversión pública. Para la identificación de los determinantes de la inversión privada se plantea un modelo vectorial autoregresivo (VAR) con tres rezagos