García Padrón, Y., y Acosta, D. B.

98

Vol. 7, núm. 20 / mayo agosto del 2022 DOI: https://doi.org/10.36791/tcg.v8i20.163

Pp. 82-120

La ratio corriente

) mide la capacidad de

la empresa de solventar sus compromisos de pago a corto plazo ( PC ) utilizando el activo corriente ( AC ), si el resultado obtenido es mayor a la unidad, que la empresa posee activos corrientes suficientes para satisfacer sus obligaciones de pago más inmediatas. Según Archel et al. (2015, p. 404) no existe un valor óptimo para la ratio, pero si advierte de la importancia de que la ratio corriente no tome un valor superior a dos, ya que, podría suponer que las empresas realizan prácticas que lastrarían la rentabilidad, como una elevada inversión en corriente, una maduración lenta del mismo, un escaso aprovechamiento de la financiación a corto plazo o una combinación de todo, si bien algunos autores difieren sobre cuál es el valor óptimo que debe tomar la ratio. Son diversos los autores que miden la solvencia a corto plazo de las empresas a través de esta ratio, entre los que se encuentran, Fernández-López et al. (2020, p. 27), Chabachib et al. (2020, p. 65) y Gutiérrez y Tapia (2016, p. 11). No obstante, esta ratio presenta el inconveniente de medir la capacidad de solvencia de las empresas incluyendo, junto con el resto de las cuentas que conforman el activo corriente a la cuenta de existencias y las periodificaciones a corto plazo, cuya transformación en dinero es algo más compleja que el resto de los elementos del activo corriente lo que denota la necesidad de estudiar la capacidad de solvencia de las empresas sin considerar tales partidas. Por esto, se hace conveniente emplear la ratio de liquidez

) la

cual en su cálculo solamente considera los activos líquidos o cuasi líquidos. Esta ratio debe tomar valores superiores a uno, pues si el valor es inferior indicaría un síntoma de liquidez insuficiente para atender las deudas a corto plazo, pero según Amat (2005, p. 22) si es demasiado elevado puede indicar una infrautilización de

los recursos disponibles. Además, el mismo autor propone una serie de soluciones si las empresas

presentan alguno de los dos inconvenientes citados, entre los que se encuentran una ampliación de capital, reconvertir la deuda a largo plazo, venta de activos, mejorar los plazos de cobro y atrasar los pagos. Entre los autores que utilizan esta ratio se encuentran Pindado y Alarcón (2015, p. 52) y Rico (2015, p. 103).

Por su parte, el análisis de la solvencia en el largo plazo trata de determinar si la empresa se encuentra en situación de equilibrio financiero en el largo plazo. Entre las diversas ratios existentes para el análisis de la solvencia en el largo plazo, se emplean la ratio de endeudamiento y la ratio de estructura del

endeudamiento. La ratio de endeudamiento

es analizada por múltiples autores, entre los que cabe destacar a Cedrés y Díaz (2020, p. 97) y González et al. (2014, p. 410), permite determinar la proporción que supone la deuda (RA) respecto a la financiación total (RT), por lo que cuanto menor sea la relación entre las dos magnitudes, menor será también la parte de activos que está financiada con recursos ajenos y, por tanto, menor también será el riesgo financiero.

Otra ratio empleada en el estudio de la solvencia en el largo plazo es la ratio estructura del endeudamiento

, la cual indica la calidad de la deuda,

puesto que las deudas a largo plazo se consideran de mejor calidad, dado que la empresa dispone de más tiempo para devolver los fondos ajenos y, por tanto, le otorga mayor flexibilidad. Esta ratio ha sido empleada por diversos autores, entre quienes cabe citar a Amat (2015, p. 18) y Rico (2015, p. 104).

Finalmente, se emplea el modelo Z de Altman para estimar la probabilidad de quiebra de las empresas, al igual que Aguiar y Torres (2012, p. 154) y Díaz et al.