Gracida De la Rosa, E. M.
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Vol. 7, núm. 20 / mayo – agosto del 2022
8.- Conflicto; la apreciación que tienen los empleados de que los directivos presten atención a las opiniones de los trabajadores, incluso cuando estas no sean las mismas que la de ellos.
9.- Identidad; sentimiento de pertenencia de un trabajador hacia la empresa, y de ser considerado como un miembro valioso de su equipo de trabajo y de la organización en general.
Salud mental
La Organización Mundial de la Salud [OMS] define la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades ” (OMS, 2013).
Y a la salud mental como “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad ” (OMS, 2013).
Síndrome del Burnout
El Síndrome del Burnout, también conocido como el Síndrome del Trabajador Quemado o el Síndrome del Desgaste Profesional, tiene su nombre una procedencia en el anglosajón que al español se traduce como “estar quemado ” (Rodríguez y Coloma, 2019). Fue descrito desde una perspectiva clínica por primera vez en 1974 por el psiquiatra Herbert Freudenberger, aunque son los estudios de 1974 de la psicóloga Christina Maslach los que más se conocen sobre el tema, los cuales tienen una perspectiva psicosocial, en donde el estudio del síndrome adquiere importancia y al que se le describe como un proceso que comienza con una carga emocional y la tensión que viene con ella, seguido de un agotamiento en donde la persona adquiere conductas de
distanciamiento y actitudes cínicas hacia sus clientes, que a la vez crean dudas en la persona sobre la relación de su competencia y realización personal (Casa, Rincón y Vila, 2012).
En el siglo XX y XXI, en donde ha tomado una mayor importancia la salud de los trabajadores, se han hecho avances en el tema y en las medidas de prevención y tratamiento del síndrome, porque hace alusión a un tipo de estrés laboral crónico que viene como consecuencia por variables personales, sociales y organizacionales en empresas en donde hay un contacto constante con las personas, como son los centros de salud, y en donde los trabajadores están sujetos a tener una respuesta emocional continua. Este cansancio da pie a un mecanismo de defensa del afectado que se presenta como indiferencia, pasividad o falta de colaboración, entre otros, causando problemas tan costosos para la institución como son el ausentismo y la rotación por la desmotivación de sus trabajadores (Casa, Rincón y Vila, 2012).
Christina Maslach y Susan Jackson, citadas por Rodríguez y Coloma (2019), definieron tres dimensiones que padecen las personas que sufren del síndrome:
1.- Agotamiento emocional: diminución y pérdida progresiva de energía, agotamiento, desgaste, fatiga, vacío emocional y de recursos físicos.
2.- Despersonalización: surge como defensa ante el agotamiento emocional; es un conjunto de actitudes como el distanciamiento con los compañeros de trabajo y los clientes, lo que a la vez repercute en una deshumanización de las relaciones, llegando al punto de que la persona que lo sufre culpa a los clientes de sus problemas.