Navarrete Báez, F. E., y Labelle, F.
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Vol. 8, núm. 22 / enero – abril del 2023 DOI: https://doi.org/10.36791/tcg.v8i22.194
Pp. 2-18
estructurada cuya finalidad es “cambiar creencias, actitudes, valores y estructura de las organizaciones, en tal forma que éstas pueden adaptarse mejor a nuevas tecnologías, mercados, retos, así como al ritmo vertiginoso del cambio mismo ” (p. 19).
Faria Mello (1983, p. 11), conceptualiza al Desarrollo Organizacional como un proceso que es sumamente complejo con cambios planeados, agregando, además, que se basa en sistemas sociotécnicos abiertos, con la finalidad de aumentar la eficacia y la salud de la organización, para asegurar el crecimiento y permanencia de la empresa y de sus empleados.
Como se observa esta evolución conceptual teórico práctica, se han ido agregando distintas dinámicas, herramientas y modelos de gestión que, debido a su importancia, impacto y necesidad dentro de las organizaciones, han robustecido al mismo.
Una aplicación directa y escalonada y, una
transferencia global del crecimiento de las
ciencias de la conducta al desarrollo planeado, al logro del mejoramiento y al reforzamiento de las estrategias propuestas, de las estructuras y de los procesos que favorecen la eficiencia y eficacia de las empresas (Cummins, 2007, p. 37).
Y Guízar (2008 p. 6) agrega que también es una mezcla de arte y ciencia. Lo que implica áreas de gestión, pero también el trato con las personas que componen toda la organización en su conjunto.
Considerando, además, como lo señalan Rodrigo, Ferreiro y González (2019, p. 256), y la encuesta nacional sobre productividad y competitividad de las PYME (ENAPROCE, 2018) la capacitación empresarial es determinante para adoptar nuevas estrategias organizaciones; y que también incluye un perfil del
nivel educativo del empresario. Y si este perfil es aún más alto, están más abiertos para tomar este tipo de compromisos y directrices (Gómez-González, et al., 2018, p. 4).
En los años recientes, el concepto de Desarrollo Organizacional se ha ido adaptando, principalmente a los grandes y veloces cambios tecnológicos y sociales, y a un mundo globalizado que han experimentado todas las organizaciones. Primeramente, se ha incorporado el concepto de Responsabilidad Social Empresarial (RSE), también definida desde muchos ángulos, pero, según Martínez Garcés (2007) que en concreto se refiere a:
La vigencia de una empresa no sólo
dependerá de los aspectos comerciales,
sino de la integración de la filosofía social
a sus prácticas, en la medida que les permite diferenciarse de la competencia y contribuir al desarrollo sustentable de las diferentes regiones en donde operan. (p. 8).
Por lo que implica el desarrollo de un compromiso y de las obligaciones que asumen los miembros de una comunidad entre ellos y, también, ante el resto de la comunidad como conjunto. De esta manera, las organizaciones impactarán de manera directa e inmediata en la vida de los ciudadanos y las comunidades a través de programas, actividades y recursos que impulsan el desarrollo económico, social, educativo, ambiental y tecnológico. Drucker (1990, p.37) lo aclara diciendo que la responsabilidad social de la empresa se enfoca en el desarrollo de un papel económico exitoso.
Debido a la relevancia, su evolución y mayor alcance de la RSE, se tuvo la necesidad de desarrollar una norma internacional para una estandarización universal de sus prácticas. Bajo el organismo de ISO (2010), en el