Lovera Torres, J. G.
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Vol. 9, núm. 25 / enero – abril del 2024 DOI: https://doi.org/10.36791/tcg.v9i25.249
Pp. 53-76
En lo que respecta a las ideas anteriores, la teoría de la creación del conocimiento organizacional que formulan Nonaka y Takeuchi, se fundamenta sobre preceptos ontológicos y epistemológicos. Cabe considerar, que sobre la base de lo epistemológico se vislumbran los distintos tipos de conocimiento que aquí se instauran. Mientras que en lo ontológico se subyace la naturaleza del conocimiento y sus disímiles formas de discernirlo; el cual se concibe desde el individuo, por lo que, en contextos organizacionales, se hace necesaria la cooperación e intervención de todos los sujetos que la componen para su óptima consolidación.
Ahora bien, en concordancia con todo lo antes expresado, se hace necesario reseñar que la propuesta teórica que formulan Nonaka y Takeuchi surge de la llamada teoría de los recursos y las capacidades. En tal sentido, se hace preciso ilustrar brevemente esta noción a fin de comprender los principios de la gestión del conocimiento y poder entender cómo esta llega a consolidarse como una disciplina de carácter coherente.
García Leonard y Sorhegui Rodríguez (2020, p.22) enfatizan que la teoría de los recursos y las capacidades “consiste en el reconocimiento de los diversos requerimientos que se encuentran disponibles en una organización, a fin de que los mismos sirvan para promover las capacidades y potencialidades de los individuos que la conforman ”. Todo ello con el fin de incentivar “las habilidades de sus miembros para integrar, construir y reconfigurar su dotación de recursos ” (p.23). Lo antes expuesto permite la innovación y el crecimiento de la organización, en virtud que se instauran nuevos procesos, servicios o productos.
Con respecto a lo preliminar, se puede dilucidar que el precepto de esta teoría se centra en la creación y
búsqueda del porvenir organizacional, enalteciendo los recursos que se poseen y cómo estos son capaces de impulsar un crecimiento en las habilidades de las personas, y a su vez, instituir una innovación en los procesos, servicios o productos de la organización. Para ilustrar esto, se parte de las necesidades y de los recursos que tiene una empresa y los conocimientos que ostentan los empleados, de la unión entre ambos es que se logran establecer acciones transformadoras que conducen a mejores resultados en la organización.
Es por esto que, como resultado de toda la revisión literaria realizada primeramente, se puede expresar que la importancia de la gestión del conocimiento subyace en que dicha disciplina se ha transformado en una herramienta indispensable para el funcionamiento de las organizaciones, pues es evidente que en la actualidad no sólo basta con los diversos recursos materiales o económicos que se despliegan en una entidad, sino que además se requieren de saberes, competencias e ilustraciones por parte de los trabajadores, para el óptimo funcionamiento de una organización.
Por ende, las instituciones de educación superior como recintos por excelencia donde el conocimiento es el principal recurso de trabajo, requieren de la imperiosa necesidad de utilizar la gestión del conocimiento como estrategia efectiva para la conducción y el manejo de sus actividades. En este sentido, Flores Caicedo (2010, p.13) expone que las actividades que se desarrollan en estas instituciones giran en torno a tres funciones básicas donde el conocimiento es el pilar fundamental; “en primer lugar, está la investigación, donde se genera un nuevo conocimiento, de segundo la docencia donde se transmite, se reproduce y se aplica el conocimiento, y finalmente la extensión, donde se comparte e intercambian conocimientos ”.