Mónica Ballesteros Grijalva María Eugenia De la Rosa Leal Ismael Mario Gastélum Castro
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Núm. 12 / septiembre - diciembre del 2019 DOI: https://doi.org/10.36791/tcg.v11i4.72
Pp. 76-93
A nivel externo, que incluye los empresarios, proveedores, egresados, socios estratégicos, comunidades locales y estado, reflejando con esto más proximidad a la Responsabilidad Social Corporativa.
La red Universidad Construye País definió así la RSU: Entendemos por responsabilidad social universitaria la capacidad que tiene la universidad de difundir y poner en práctica un conjunto de principios y valores generales y específicos, por medio de cuatro procesos claves: Gestión, docencia, investigación y extensión. Así asume su responsabilidad social ante la propia comunidad universitaria y el país donde está inserta. (Jiménez, 2002) Las políticas públicas de educación superior latinoamericanas empiezan a contemplar la RSU (Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, 2016).
Martínez, Pichardo y Hernández Oliva (2013) en su artículo sobre RSU: Un desafío de la universidad pública mexicana establece: La Responsabilidad Social Universitaria (RSU) se distingue de la Responsabilidad Social Empresarial por su fin ético: la primera promueve una ética académica formativa de personalidad; la segunda, el desarrollo, cuidado y atención al cliente, es la prioridad de una calidad que se debe apreciar en el servicio o en el producto y su extensión hacia la sociedad, como filantropía, busca formar el ser del
universitario más allá del sustantivo profesionista, cuya contribución a lo ético favorece el desarrollo cualitativo de la vida comunitaria.
En el entorno mexicano
La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) en su visión declara que para: El año 2020, gracias al compromiso efectivo del gobierno federal, de los gobiernos de las 32 entidades federativas y sus municipios, de los poderes legislativos y de la sociedad civil en su conjunto.
Las instituciones de educación superior de México integran un vigoroso sistema de educación superior, que forma profesionales e investigadores de alto nivel, genera y aplica conocimientos, extiende y preserva la cultura, tareas que realiza con calidad, oportunidad, equidad y cantidad equiparables con los estándares internacionales, gracias a lo cual la educación superior contribuye de manera elemental a que los mexicanos disfruten de paz y prosperidad en un marco de libertad, democracia, justicia y solidaridad (ANUIES, 2012).
Las teorías que han resultado más exitosas para explicar el contenido social y medioambiental de las organizaciones han tomado enfoques de orientación sistematizada, con base en cinco teorías principalmente, cuadro 1: