Domínguez Díaz, A. M.

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Año 5, núm. 15 / septiembre - diciembre del 2020

DOI: https://doi.org/10.36791/tcg.v0i15.89

Pp. 66-78

consecución de beneficios derivados de trabajar con proveedores socialmente responsables; g) poder aprovechar incentivos gubernamentales; h) la cultura y conciencia de la organización; i) la mejora de las relaciones de la empresa; y, j) la inspiración y persuasión proveniente de empresas exitosas con “buenas prácticas ” en la materia.

En cuanto a las barreras destacan las siguientes (p. 576): a) la falta de apoyo gubernamental; b) el desconocimiento de los directivos de la empresa sobre qué es la responsabilidad social corporativa, así como el no poseer una guía para ponerla en marcha, unido a la falta de recursos financieros para esta tarea; c) la sobreestimación de los costes que trae consigo la implantación de prácticas de esta naturaleza y la falta de medidas para determinar los beneficios que produce; y, d) la actitud negativa hacia estas actividades por parte de los stakeholders debido al desconocimiento sobre las mismas.

Añadir además, que según el estudio realizado por Xia et al. (2018: 350), la dimensión de la responsabilidad social corporativa que predomina en la industria de la construcción es la social, seguida de la dimensión medioambiental y la económica.

La responsabilidad social corporativa en esta industria es “extremadamente importante debido al impacto vital aportados por las actividades de construcción a la sociedad y al medio ambiente ” (Zahidy et al. , 2019: 16). No obstante, el desarrollo de la misma por parte de las empresas constructoras es lenta (Olanipekun et al. , 2020: 104).

Por otro lado, se ha de comentar también en este apartado otros trabajos, como el de Petrovic-Lazarevic publicado en el año 2010. El mismo fue realizado, al igual que su trabajo de 2008, sobre empresas australianas, y tiene por objetivo explorar la relevancia que tiene la aplicación de un sistema de gestión ambiental en la creación de la imagen de un buen ciudadano corporativo para esta industria, llegando a la

conclusión de que la posesión de dicho sistema ayuda a crear tal imagen (p. 115). Para realizar el estudio, este autor hizo uso de la información recogida en los informes anuales de las empresas, en sus páginas web oficiales y en estadísticas públicas disponibles, complementando la recogida de datos con entrevistas a stakeholders de las empresas líderes del sector (Petrovic-Lazarevic, 2010: 115).

Además, se indica en este trabajo que las empresas constructoras son conscientes de la importancia de tener una imagen de buen ciudadano corporativo que se preocupa por el medio ambiente, y por ello la mayoría de las empresas implantan sistemas de gestión ambiental (concretamente el 88% de las empresas cuentan con la ISO 14001) (pp. 123-124). Asimismo, se comprobó que las compañías están reconsiderando sus responsabilidades en materia de salud, seguridad y medio ambiente (p. 124), a fin de tenerlo más presente en su gestión diaria.

No obstante, aunque la mayoría de las empresas, concretamente un 77%, están en proceso de mejorar su estructura de gobierno de acuerdo con los estándares de los sistemas de gestión medioambiental, mejorando así la participación de los grupos de interés, en lo que respecta a las medidas laborales, de salud y seguridad, persisten todavía cuestiones que se han de resolver, como la seguridad de los subcontratistas y la cooperación entre industria-sindicato-gobierno, ya que con independencia de la aplicación de tales sistemas de gestión, esto puede poner en peligro la imagen de la industria de la construcción australiana como buenos ciudadanos corporativos (Petrovic-Lazarevic, 2010:

124).

Por su parte, Ahmad y Mohamad (2014: 240) se centran en exclusiva en analizar el alcance y la calidad de la información medioambiental divulgada por las empresas constructoras en Malasia, llegando a la conclusión de que la información ambiental que la mayoría de las empresas hacen pública es de carácter