Navarrete Báez, F. E., y Labelle, F.
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Vol. 8, núm. 22 / enero – abril del 2023
año 2010, se publica la norma ISO 26000:2010, que incluye e incorpora conceptos como responsabilidad social, rendición de cuentas, consumidor-cliente, debida diligencia, empleados, medio ambiente, entre otros puntos.
Finalmente, y después de casi 50 años que esta disciplina ha ido evolucionando y adaptándose a la organización de hoy, surge el concepto de Desarrollo Organizacional Sustentable (DOS), que aún los expertos en el tema no se han podido poner de acuerdo en su definición y alcance. Nace a partir de la conjunción del DO, la RSE y los compromisos, tanto de naciones como de organizaciones, sobre alcanzar un Desarrollo Sustentable (ONU, 2015), antes mencionados. En donde se le exige y a la vez se le invita a la organización, incluyendo a las PYME, a participar con ciertos compromisos sobre el tema. Ejerciendo una presión sobre la misma por parte de los gobiernos locales y de las grandes corporaciones a nivel tanto nacional como internacional que fungen como clientes y eslabones fuertes dentro de la cadena de suministros, para poder cumplir con estos requisitos.
Es entonces que la RSE aplicada el Desarrollo Sustentable retoma las dimensiones de este último. Que son la económica, que se centra en mantener el proceso de desarrollo por vías optimas hacia la maximización del bienestar humano. Que incluye también la orientación emprendedora e implementación de investigación y desarrollo, además de gestión de la innovación (Benavides y Bolaños, 2020, pp. 225-228; Ayala, et al., 2020, pp. 36-37). La dimensión social, que consiste en reconocer el derecho a un acceso equitativo a los bienes comunes para todos los seres humanos. Y, por último, la dimensión ambiental, que es acorde a la capacidad que tengan los actores, tanto institucionales como económicos, para conocer y manejar su stock de recursos naturales y renovables, que incluye la gestión
energética sustentable (UNESCO, 2015). Importante señalar que estas tres dimensiones se complementan, y una no es posible sin la otra.
Por lo tanto, el Desarrollo Organizacional Sustentable se puede definir como el aumento de la denominada ecoeficiencia y el bienestar de la organización, a través de una serie de estrategias corporativas, que involucran al factor humano, que tienen como base los principios de la RSE, y que están alineados a los conceptos universales del desarrollo sustentable, a su vez es disciplinar y cumple con una legislación (Fernández y Gutiérrez, 2013; Madroñero-Palacios y Guzmán- Hernández, 2018; Poveda-Santana, 2013).
Asociación empresarial a grupos externos
Las empresas no están aisladas. Están inmersas en una comunidad, por lo tanto, es necesario que coexistan y convivan con la misma de diferentes maneras. Los denominados stakeholders externos (Friedman y Miles, 2006, pp. 1-4), representan un valor indispensable para la subsistencia y el crecimiento de toda empresa. La interacción con la comunidad, asociaciones empresariales y mercado crea un diferencial muy fuerte para fortalecer su orientación de negocios y un mayor acercamiento a las prácticas de RSE (León, Benavides y Castán, 2017, pp. 263-264).
Esta asociación se puede dar de muchas formas. Las más comunes en México son las de pertenecer a las denominadas Cámaras, que son agrupaciones o congregaciones de empresas que tienen por lo regular el mismo giro de negocio. Se caracterizan por ser instituciones de interés público, son autónomas, con personalidad jurídica y patrimonio propio. Y cuya labor principal es la promoción y defensa nacional e internacional de sus actividades ya sean en los ámbitos comerciales, industriales y de servicio (SAT, 2020). A su vez, se crea una dinámica, más allá de competencia