Romandía Matuz, J. E., y Ordaz Álvarez, A.
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Vol. 8, núm. 22 / enero – abril del 2023 DOI: https://doi.org/10.36791/tcg.v8i22.198
Pp. 86-105
del valor que el presidente Barack Obama le dio a este concepto. De esta manera, se convirtió en uno de los catalizadores para el auge del gobierno abierto, provocando la necesidad de un estudio más profundo en toda América Latina como un producto de la globalización.
El pensamiento del gobierno abierto se encuentra fundamentado en la apertura del gobierno hacia la sociedad en sus procesos de toma de decisiones, y es por ello por lo que sus pilares se interrelacionan para cumplir un objetivo común, el cual se puede traducir en un mejor gobierno con una mejor relación con la población, y cuyo principal producto es la información que se genera.
Uno de los pilares del gobierno abierto es la transparencia de las acciones gubernamentales, este representa un tráfico mayor de información de forma bilateral para que los datos sean de acceso público, con una participación e inclusión de la sociedad en general, dentro de los procesos internos de los gobiernos, como la toma de decisiones en presupuestos, la realización de consultas populares y la rendición de cuentas.
Las tecnologías de la comunicación en tiempo de pandemia
Un enfoque central en el tiempo de la pandemia se refiere a la presión que ésta ejerce en el desarrollo de la vida cotidiana de las personas y las organizaciones. Este tema emergente se encuentra en la mente de todos, sus implicaciones van más allá del encierro físico para evitar la propagación de este virus. Más allá de los efectos que ha tenido en el ámbito de la salud, la pandemia ha tenido consecuencias profundas en los demás ámbitos de la vida social.
Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe CEPAL (2020) es posible
dimensionar la escala de presión a la cual se someten las actividades de los ciudadanos en tiempos de COVID-19. En el contexto latinoamericano, sólo el 26% de los empleados tenía la posibilidad de realizar trabajo a distancia al inicio de la pandemia, y en el caso de la educación, únicamente el 20% de 154 millones de niños y jóvenes pudieron permitirse el estudio a distancia mediante medios electrónicos. Se observa que la sociedad, enfrentada a la pandemia del COVID-19, no contaba con sistemas suficientes para afrontar el panorama presentado en desde 2019 y durante el 2020.
A más de un año de coexistencia con dicho fenómeno, es posible identificar cambios apremiantes en el entorno: a nivel de las interacciones humanas, así como en las herramientas y los sistemas que se emplean. Al respecto, se ha dicho que
uno de los primeros hechos a destacar durante esta epidemia es que la tecnología pasó a ser una herramienta muy importante en la vida de un mayor número de personas. Tecnología que, si bien estaba disponible, era utilizada en menor medida por un número más limitado de individuos, marcando, además, una diferencia sustancial con todas las otras epidemias que sufrió la humanidad (Reyes Caorsi, 2020, pág. 35).
Los rasgos característicos del posmodernismo se han ampliado: la era de la información, las relaciones de un mundo globalizado y el manejo de las tecnologías de la información. Si bien estos factores por sí solos tienen gran relevancia en la vida común de la población, su uso se ha intensificado debido a la pandemia.
La aceleración en los cambios de la vida cotidiana por la presencia del COVID-19 se observa con gran claridad